Arbitro, una carrera ingrata
- "Pero amamos lo que hacemos"
- El partido termina y los equipos toman su rumbo, el ganador celebra su triunfo, el perdedor culpa al árbitro. ¿Y el árbitro qué hace?
El árbitro calla; aguanta en silencio las críticas de los medios y la sociedad, acepta callado las críticas de sus propios colegas, escucha en silencio las duras críticas de su asesor y por si fuera poco llega a casa y escucha los reclamos de la familia por sacrificar fines de semana, por estar en boca de todo el mundo, por entrenar duro y esperar una oportunidad que quizá nunca llegue.
El árbitro señores cumple el rol más difícil en el partido, en la vida.
Es un ser humano de carne y hueso como el resto, sabe amar, sabe llorar, sabe reír. Mas sin embargo el árbitro siempre será el verdugo, el carroñero, o lo más típico, el hijo de p*** (mi madre no lo es, ninguna madre de mis colegas tampoco), pero así nos conocen, como los más odiados del partido.
Sentenciados desde el inicio, como si ellos marcaran los goles, o fallaran semejantes goles, como si ellos se amotinaran ante un DT, o un jugador (como ellos lo hacen contra los jueces). Lo más fácil para ellos es culparlos a ellos de sus errores y su falta de conocimiento o falta de interés por saber las Reglas de Juego.
Cuántas veces le dieron ganas de ir y decirles que así no se cobra un tiro libre, así no se cobra un penal o que esa alineación está mal...
Los espectadores deciden insultar, hay niños cerca y aprenderán esa cultura. El juez cambiaría un minuto su camiseta y le gustaría que uno de los tantos que los culpan -uno solo- fuera capaz de hacer lo que hace él: "arbitrar" (hacer cumplir las Reglas del Juego).
Pero ellos no confrontan, no agreden, no insultan, no reaccionan, no son los que instan a ser y no lo son, porque aprendieron que la humildad es un lema digno de su ADN; desde el momento que decidieron ser árbitros adoptaron valores y principios morales antes que las reglas de juego.
El árbitro después del partido debe celebrar con sus compañeros porque lo dejó todo en la cancha: alma, vida y corazón.
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