Un jardín para el encuentro, la recreación y el deporte
Las mariposas ahora habitan uno de los jardines más
grandes de la ciudad, que está ubicado en el barrio La Isla, y que hasta hace
poco era uno de los sitios que las personas no querían ni mencionar, pues era
el botadero de escombros y basura del sector, además de que las ratas y los
mosquitos eran habitantes frecuentes. Hoy tiene una nueva cara, donde se saltan
los árboles, las flores, y los habitantes del sector, que ya hicieron propio el
espacio en escenas comunes como los madrugadores que hacen ejercicio, los niños
que montan en columpio, antes de ir a clases, los vendedores de café, y
golosinas y muchas otras actividades que llegaron como parte de la
transformación.
Este
nuevo jardín, un referente, donde todos quieren pasar, tomarse una foto o
simplemente disfrutar de la vista del resto de la ciudad. Es el nuevo punto de
encuentro en el barrio.
Johnatan
Monsalve Comunicador del Jardín Botánico y del proyecto dijo, “Toda la
comunidad hizo parte de este cambio. Dos secretarías municipales se articularon
para dar paso a esta creación que hoy hace feliz a los habitantes de Santa
Cruz. La Secretaría de Infraestructura Física fue la encargada de toda la obra
civil, barandas, gimnasio, parques infantiles, puente, camino en madera y de
adecuar el terreno de más de 1.500 metros intervenidos; la Secretaría del Medio
Ambiente hizo la transformación paisajística, dejando en este lugar una
verdadera obra de arte: 17.438 plantas, 87 árboles y palmas sembradas hacen de
este jardín uno de los más hermosos y coloridos de la comuna”.
Para doña
Asenet Rodríguez, una líder del barrio, que luchó para que este sueño fuera una
realidad, es motivo de orgullo y cada mañana se levanta para asomarse por la
ventana y ver su jardín, como nos lo cuenta mientras lo señala. “Lo anhelé
tanto tiempo que hoy por fin es una realidad, yo lo cuido y ayudo a que las
demás personas también lo hagan, pues este espacio nos costó mucho esfuerzo.
Antes era imposible vivir, no solo por los olores, sino también por tantos
animales y el dengue que de allí salía. Me siento feliz al ver el jardín que es
la antesala de mi hogar”.
La
comunidad comienza a apropiarse de este lugar con el cambio de sus
comportamientos: arrojaban basura, ahora la recogen; no quieren ensuciar, ni
dañar un punto que hoy es de esparcimiento, donde la comunidad converge, las
mariposas llegan y los niños juegan.
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