COVID-19 Informe de la CEPAL-UNESCO 2020
- La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19.
- Las grandes brechas en los resultados educativos, gran parte de las
medidas que los países de la región han adoptado ante la crisis se relacionan
con la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles.
- Estas son algunas medidas educativas durante la crisis generada por la pandemia de COVID-19 y que el informe ha reflejado según la CEPAL y la UNESCO con información recolectada de 33 países de América Latina.
La pandemia de enfermedad por coronavirus
(COVID-19) ha incitado una crisis sin antecedentes en todas las esferas y de la
educación, esta emergencia ha dado lugar al cierre masivo de las actividades
presenciales en instituciones educativas en más de 190 países con el fin de
evitar la propagación del virus y mitigar su impacto, según informe de 2020, La
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La CEPAL ha planteado -inclusive previo a
enfrentar la pandemia- que la situación social en la región se estaba deteriorando,
debido al aumento de los índices de pobreza y de pobreza extrema, la
persistencia de las desigualdades y un creciente descontento social. En este
contexto, la crisis tendrá importantes efectos negativos en los distintos
sectores sociales, incluidos particularmente la salud y la educación, así como
en el empleo y la evolución de la pobreza.
Por
su parte, la UNESCO identificó grandes brechas en los resultados educativos, gran
parte de las medidas que los países de la región han adoptado ante la crisis se
relacionan con la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles, lo
que ha dado al despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, usando
gran variedad de formatos y plataformas con o sin tecnología, con el apoyo y la
movilización del personal y de las comunidades educativas.
Algunas
medidas educativas durante la crisis generada por la pandemia de COVID-19 ha
reflejado según la CEPAL y la UNESCO con información recolectada de 33 países
de América Latina, constató que la mejor medida fue la suspensión de las clases
presenciales en todos los niveles educativos Cabe exponer que el único país que
no suspendió las clases presenciales fue Nicaragua. En Uruguay se inició el
retorno a clases en zonas rurales a partir del 22 de abril y el 29 de junio
retornaron el resto de las escuelas.
De
acuerdo con la información oficial de la UNESCO, a la fecha de la revisión, la
población estudiantil afectada por estas medidas en los 32 países llegó a
superar los 165 millones de estudiantes, además de interrumpir las trayectorias
educativas, y por el cierre de las escuelas que afecta la alimentación y la
nutrición de la población estudiantil, especialmente en los sectores más
vulnerables.
La
modalidad más usada en Colombia es la entrega de kits de alimentos para
preparar en el hogar, seguida de almuerzos (3 países) y, transferencias
monetarias y la entrega de vales para alimentos, que no fue utilizada en
Colombia.
En
gran parte de los países (29 de los 33) se han establecido formas de
continuidad de los estudios en diversas modalidades a distancia. Entre las
modalidades de aprendizaje a distancia en línea se destaca el uso de
plataformas virtuales de aprendizaje asincrónico, y muy pocos países ofrecen
clases en vivo. A su vez, entre las formas de aprendizaje a la distancia fuera
de línea, 23 países realizan transmisiones de programas educativos por medios
de comunicación tradicionales como la radio o la televisión.
Solo 8 países de los 33, contemplan
entre las medidas adoptadas para implementar las actividades de aprendizaje a
distancia la entrega de dispositivos tecnológicos (Argentina, Chile, Colombia,
El Salvador, Jamaica, Perú, Uruguay, San Vicente y las Granadinas). Además,
para llevar a cabo las actividades de aprendizaje a distancia, 14 países
consideran entre sus estrategias la provisión de recursos para la capacitación
de docentes, especialmente en lo referente a herramientas para el uso y manejo
de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
El informe también muestra el impacto
psicológico y socioemocional en la comunidad educativa y se concluyó que las
medidas de confinamiento significan, para gran parte de la población, vivir en
condiciones de hacinamiento por un período prolongado, lo que tiene graves
implicancias para la salud mental de la población y en el aumento de la
exposición a situaciones de violencias hacia la niñez y la adolescencia.
De
acuerdo con el informe CEPAL/UNICEF (2020), el 51,2% de la niñez y la adolescencia
que viven en zonas urbanas, reside en hogares con algún tipo de precariedad
habitacional. Dos de cada diez viven en condiciones de precariedad habitacional
moderada y tres de cada diez enfrentan situaciones de precariedad habitacional
grave. La investigación demostró que el hacinamiento impide contar con un
espacio adecuado para estudiar y descansar, lo que repercute en el desarrollo
cognitivo en la infancia y las trayectorias laborales y de bienestar en la
adultez, a la vez que favorecen una mayor propensión a situaciones de abuso.
De
igual modo el informe demuestra que "en situaciones de emergencia, las
escuelas son un lugar fundamental para el apoyo emocional, el monitoreo de
riesgos, la continuidad de los aprendizajes y el apoyo social y material para los
estudiantes y sus familias. Las respuestas deben responder a la diversidad de
situaciones de cada familia y comunidad y a sus necesidades de apoyo. Mantener
el bienestar psicológico, social y emocional es un desafío para todos los
miembros de las comunidades educativas: estudiantes, familias, docentes y
asistentes de la educación. Quienes trabajan en la educación, las familias y
las comunidades necesitan desarrollar habilidades vitales de adaptación y
resiliencia emocional. En ese marco, el aprendizaje socioemocional es una herramienta
valiosa para mitigar los efectos nocivos de la crisis socio-sanitaria y una
condición para el aprendizaje. Ello requiere acompañamiento, apoyo y recursos
especialmente orientados a esta dimensión".
Estas respuestas que se han
implementado en algunos países han mostrado que existen iniciativas innovadoras
y prácticas prometedoras, importantes avances en un tiempo récord para
garantizar la continuidad del aprendizaje. Se ha observado que los sistemas
educativos nacionales se enfrentan a problemas y desafíos sistémicos que exigen
la aplicación de estrategias a mediano y largo plazo.
El informe además aduce que "la
pandemia de la COVID-19 agravó las desigualdades sociales, la inequidad y la
exclusión, al mismo tiempo se transformó paradójicamente en una oportunidad
para el fortalecimiento de las relaciones sociales, guiadas por los
sentimientos de solidaridad y colaboración en torno a la búsqueda del bien
común, y también por la responsabilidad por el cuidado del otro, como una
dimensión esencial del cuidado y supervivencia de uno mismo. La actual crisis
ha favorecido la resignificación de los vínculos sociales y, a partir de ellos,
la reconstrucción de identidades y del sentido de ciudadanía, incluso en una
dimensión global, en torno a una noción práctica de cómo se forja el bien común
en el corto plazo, a través de grandes y pequeñas acciones colectivas en el día
a día, sin ignorar conflictos dominantes que influyen en la división de las sociedades,
reconocen y promueven la cohesión como un elemento crítico para alcanzar un
futuro común".
"En
este escenario, los discursos de actores clave se debe señalar la necesidad de
repensar la educación dando prioridad entre los nuevos contenidos a la
preparación de los estudiantes para comprender la realidad, convivir y actuar
en tiempos de crisis e incertidumbre, tomar decisiones a nivel individual y
familiar e impulsar soluciones colectivas a desafíos urgentes que contribuyan a
la transformación estructural del mundo". Esta es la esencia de la
definición de educación para la ciudadanía mundial que propone la UNESCO,
organización que busca, no solo que las personas se empoderen individualmente,
sino que se apropien y construyan realidades sobre la base del fortalecimiento
de relaciones sociales, mediante su cuidado y de los otros, la empatía, el
respeto y el reconocimiento de la diversidad, la amistad y la solidaridad,
contribuyendo así a la convivencia y cohesión sociales, necesarias para fundar
las acciones colectivas.
Según
el informe del CEPAL/UNICEF (2020), estas son las respuestas que se han dado en
materia de educación que: "Permiten identificar desafíos prioritarios a la
hora de implementar medidas para proyectar la continuidad, la equidad y de inclusión
educativa mientras dure la suspensión de clases presenciales y en los procesos
de reapertura de los centros educativos:
i) Equidad e inclusión: centrarse en
los grupos de población más vulnerables y marginados —incluidos los pueblos
indígenas, la población afrodescendiente, las personas refugiadas y migrantes,
las poblaciones socioeconómicamente más desfavorecidas y las personas con
discapacidad—, así como en la diversidad sexual y de género.
ii) Calidad y pertinencia: centrarse en
la mejora de los contenidos de los programas de estudios (relacionados con la
salud y el bienestar, en particular) y en el apoyo especializado al personal
docente, asegurando condiciones contractuales y laborales adecuadas, la
formación docente para la educación a distancia y el retorno a clases, y el
apoyo socioemocional para trabajar con las y los estudiantes y sus familias.
iii) Sistema educativo: preparación del
sistema educativo para responder ante las crisis, es decir, resiliencia a todos
los niveles.
iv) Interdisciplinariedad e
intersectorialidad: planificación y ejecución centradas no solo en la
educación, sino también en la salud, la nutrición y la protección social.
v) Alianzas: cooperación y colaboración
entre diferentes sectores y actores para alcanzar un sistema integrado,
centrado en el alumnado y el personal educativo.
Los
Estados, sus sistemas educativos y de protección social se ven enfrentados a
estos desafíos, que constituyen un llamado específico al cumplimiento del
derecho a la educación. Para ello, es indispensable contar con los recursos
necesarios en la asignación y distribución presupuestal".
Ya
hablando de términos de financiamiento a la educación, un análisis inicial del
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO (IIPE,
2020) "mostró que la crisis provocada por la pandemia tendrá un impacto
significativo en dos niveles:
i) La disminución de la inversión en
educación durante la crisis, así como el costo adicional que resulte de
ella, y
ii) Una esperada reducción de los recursos
financieros disponibles en el futuro para el sector educativo".
En suma, la vigente pandemia de la
COVID-19 planea retos importantes para los sistemas educativos y sociales de
los países de América Latina, que deberán emprender de manera articulada.
De
igual manera dejó lecciones valiosas acerca de lo que es realmente prioritario
para la vida en comunidad. "Estos retos y estas lecciones brindan hoy la
posibilidad de replantear el propósito de la educación y su papel en el
sostenimiento de la vida y la dignidad humanas, para que nadie se quede atrás.
En
otras palabras, es tiempo que los países examinan la mejor manera de abordar
las incertidumbres y reabrir sus instituciones de enseñanza en condiciones de
seguridad, esta crisis ofrece una oportunidad sin precedentes para aumentar la
capacidad de recuperación de los sistemas educativos nacionales y
transformarlos en sistemas equitativos e inclusivos que contribuyan al
cumplimiento del compromiso colectivo asumido en la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible, sostiene el informe CEPAL/UNICEF (2020).
La pandemia de enfermedad por coronavirus
(COVID-19) ha incitado una crisis sin antecedentes en todas las esferas y de la
educación, esta emergencia ha dado lugar al cierre masivo de las actividades
presenciales en instituciones educativas en más de 190 países con el fin de
evitar la propagación del virus y mitigar su impacto, según informe de 2020, La
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La CEPAL ha planteado -inclusive previo a
enfrentar la pandemia- que la situación social en la región se estaba deteriorando,
debido al aumento de los índices de pobreza y de pobreza extrema, la
persistencia de las desigualdades y un creciente descontento social. En este
contexto, la crisis tendrá importantes efectos negativos en los distintos
sectores sociales, incluidos particularmente la salud y la educación, así como
en el empleo y la evolución de la pobreza.
Por
su parte, la UNESCO identificó grandes brechas en los resultados educativos, gran
parte de las medidas que los países de la región han adoptado ante la crisis se
relacionan con la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles, lo
que ha dado al despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, usando
gran variedad de formatos y plataformas con o sin tecnología, con el apoyo y la
movilización del personal y de las comunidades educativas.
Algunas medidas educativas durante la crisis generada por la pandemia de COVID-19 ha reflejado según la CEPAL y la UNESCO con información recolectada de 33 países de América Latina, constató que la mejor medida fue la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles educativos Cabe exponer que el único país que no suspendió las clases presenciales fue Nicaragua. En Uruguay se inició el retorno a clases en zonas rurales a partir del 22 de abril y el 29 de junio retornaron el resto de las escuelas.
De acuerdo con la información oficial de la UNESCO, a la fecha de la revisión, la población estudiantil afectada por estas medidas en los 32 países llegó a superar los 165 millones de estudiantes, además de interrumpir las trayectorias educativas, y por el cierre de las escuelas que afecta la alimentación y la nutrición de la población estudiantil, especialmente en los sectores más vulnerables.
La modalidad más usada en Colombia es la entrega de kits de alimentos para preparar en el hogar, seguida de almuerzos (3 países) y, transferencias monetarias y la entrega de vales para alimentos, que no fue utilizada en Colombia.
En gran parte de los países (29 de los 33) se han establecido formas de continuidad de los estudios en diversas modalidades a distancia. Entre las modalidades de aprendizaje a distancia en línea se destaca el uso de plataformas virtuales de aprendizaje asincrónico, y muy pocos países ofrecen clases en vivo. A su vez, entre las formas de aprendizaje a la distancia fuera de línea, 23 países realizan transmisiones de programas educativos por medios de comunicación tradicionales como la radio o la televisión.
Solo 8 países de los 33, contemplan entre las medidas adoptadas para implementar las actividades de aprendizaje a distancia la entrega de dispositivos tecnológicos (Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Jamaica, Perú, Uruguay, San Vicente y las Granadinas). Además, para llevar a cabo las actividades de aprendizaje a distancia, 14 países consideran entre sus estrategias la provisión de recursos para la capacitación de docentes, especialmente en lo referente a herramientas para el uso y manejo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
El informe también muestra el impacto psicológico y socioemocional en la comunidad educativa y se concluyó que las medidas de confinamiento significan, para gran parte de la población, vivir en condiciones de hacinamiento por un período prolongado, lo que tiene graves implicancias para la salud mental de la población y en el aumento de la exposición a situaciones de violencias hacia la niñez y la adolescencia.
De acuerdo con el informe CEPAL/UNICEF (2020), el 51,2% de la niñez y la adolescencia que viven en zonas urbanas, reside en hogares con algún tipo de precariedad habitacional. Dos de cada diez viven en condiciones de precariedad habitacional moderada y tres de cada diez enfrentan situaciones de precariedad habitacional grave. La investigación demostró que el hacinamiento impide contar con un espacio adecuado para estudiar y descansar, lo que repercute en el desarrollo cognitivo en la infancia y las trayectorias laborales y de bienestar en la adultez, a la vez que favorecen una mayor propensión a situaciones de abuso.
De igual modo el informe demuestra que "en situaciones de emergencia, las escuelas son un lugar fundamental para el apoyo emocional, el monitoreo de riesgos, la continuidad de los aprendizajes y el apoyo social y material para los estudiantes y sus familias. Las respuestas deben responder a la diversidad de situaciones de cada familia y comunidad y a sus necesidades de apoyo. Mantener el bienestar psicológico, social y emocional es un desafío para todos los miembros de las comunidades educativas: estudiantes, familias, docentes y asistentes de la educación. Quienes trabajan en la educación, las familias y las comunidades necesitan desarrollar habilidades vitales de adaptación y resiliencia emocional. En ese marco, el aprendizaje socioemocional es una herramienta valiosa para mitigar los efectos nocivos de la crisis socio-sanitaria y una condición para el aprendizaje. Ello requiere acompañamiento, apoyo y recursos especialmente orientados a esta dimensión".
Estas respuestas que se han implementado en algunos países han mostrado que existen iniciativas innovadoras y prácticas prometedoras, importantes avances en un tiempo récord para garantizar la continuidad del aprendizaje. Se ha observado que los sistemas educativos nacionales se enfrentan a problemas y desafíos sistémicos que exigen la aplicación de estrategias a mediano y largo plazo.
El informe además aduce que "la pandemia de la COVID-19 agravó las desigualdades sociales, la inequidad y la exclusión, al mismo tiempo se transformó paradójicamente en una oportunidad para el fortalecimiento de las relaciones sociales, guiadas por los sentimientos de solidaridad y colaboración en torno a la búsqueda del bien común, y también por la responsabilidad por el cuidado del otro, como una dimensión esencial del cuidado y supervivencia de uno mismo. La actual crisis ha favorecido la resignificación de los vínculos sociales y, a partir de ellos, la reconstrucción de identidades y del sentido de ciudadanía, incluso en una dimensión global, en torno a una noción práctica de cómo se forja el bien común en el corto plazo, a través de grandes y pequeñas acciones colectivas en el día a día, sin ignorar conflictos dominantes que influyen en la división de las sociedades, reconocen y promueven la cohesión como un elemento crítico para alcanzar un futuro común".
"En este escenario, los discursos de actores clave se debe señalar la necesidad de repensar la educación dando prioridad entre los nuevos contenidos a la preparación de los estudiantes para comprender la realidad, convivir y actuar en tiempos de crisis e incertidumbre, tomar decisiones a nivel individual y familiar e impulsar soluciones colectivas a desafíos urgentes que contribuyan a la transformación estructural del mundo". Esta es la esencia de la definición de educación para la ciudadanía mundial que propone la UNESCO, organización que busca, no solo que las personas se empoderen individualmente, sino que se apropien y construyan realidades sobre la base del fortalecimiento de relaciones sociales, mediante su cuidado y de los otros, la empatía, el respeto y el reconocimiento de la diversidad, la amistad y la solidaridad, contribuyendo así a la convivencia y cohesión sociales, necesarias para fundar las acciones colectivas.
Según el informe del CEPAL/UNICEF (2020), estas son las respuestas que se han dado en materia de educación que: "Permiten identificar desafíos prioritarios a la hora de implementar medidas para proyectar la continuidad, la equidad y de inclusión educativa mientras dure la suspensión de clases presenciales y en los procesos de reapertura de los centros educativos:
i) Equidad e inclusión: centrarse en los grupos de población más vulnerables y marginados —incluidos los pueblos indígenas, la población afrodescendiente, las personas refugiadas y migrantes, las poblaciones socioeconómicamente más desfavorecidas y las personas con discapacidad—, así como en la diversidad sexual y de género.
ii) Calidad y pertinencia: centrarse en la mejora de los contenidos de los programas de estudios (relacionados con la salud y el bienestar, en particular) y en el apoyo especializado al personal docente, asegurando condiciones contractuales y laborales adecuadas, la formación docente para la educación a distancia y el retorno a clases, y el apoyo socioemocional para trabajar con las y los estudiantes y sus familias.
iii) Sistema educativo: preparación del sistema educativo para responder ante las crisis, es decir, resiliencia a todos los niveles.
iv) Interdisciplinariedad e intersectorialidad: planificación y ejecución centradas no solo en la educación, sino también en la salud, la nutrición y la protección social.
v) Alianzas: cooperación y colaboración entre diferentes sectores y actores para alcanzar un sistema integrado, centrado en el alumnado y el personal educativo.
Los Estados, sus sistemas educativos y de protección social se ven enfrentados a estos desafíos, que constituyen un llamado específico al cumplimiento del derecho a la educación. Para ello, es indispensable contar con los recursos necesarios en la asignación y distribución presupuestal".
Ya hablando de términos de financiamiento a la educación, un análisis inicial del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO (IIPE, 2020) "mostró que la crisis provocada por la pandemia tendrá un impacto significativo en dos niveles:
i) La disminución de la inversión en educación durante la crisis, así como el costo adicional que resulte de ella, y
ii) Una esperada reducción de los recursos financieros disponibles en el futuro para el sector educativo".
En suma, la vigente pandemia de la COVID-19 planea retos importantes para los sistemas educativos y sociales de los países de América Latina, que deberán emprender de manera articulada.
De igual manera dejó lecciones valiosas acerca de lo que es realmente prioritario para la vida en comunidad. "Estos retos y estas lecciones brindan hoy la posibilidad de replantear el propósito de la educación y su papel en el sostenimiento de la vida y la dignidad humanas, para que nadie se quede atrás.
En otras palabras, es tiempo que los países examinan la mejor manera de abordar las incertidumbres y reabrir sus instituciones de enseñanza en condiciones de seguridad, esta crisis ofrece una oportunidad sin precedentes para aumentar la capacidad de recuperación de los sistemas educativos nacionales y transformarlos en sistemas equitativos e inclusivos que contribuyan al cumplimiento del compromiso colectivo asumido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, sostiene el informe CEPAL/UNICEF (2020).
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