Colectivo de Mujeres Emprendedoras en la Comuna Dos

 Quince años de lucha por los derechos de las mujeres

Por:  Heriberto Cardona Zapata

Hace 15 años, en la Comuna Dos Santa Cruz, se formó el Colectivo de Mujeres Emprendedoras, una organización comunitaria enfocada en defender los derechos de las mujeres víctimas de violencia de género. Cándida Rosa Saldarriaga, líder comunitaria y fundadora del colectivo, creó este espacio para brindar apoyo y orientación a mujeres que enfrentan situaciones de abuso y discriminación en distintas formas.

Cándida Rosa explicó que la idea de fundar el Colectivo de Mujeres Emprendedoras surgió al observar que muchas mujeres en su comunidad no tenían a quién recurrir cuando eran violentadas. “Me di cuenta de que las mujeres de la Comuna 2 no tenían apoyo cuando enfrentaban violencia de género. Así nació la idea de crear un grupo de mujeres para luchar unidas y defender nuestros derechos”.

  En su visión, este colectivo no solo es un espacio de ayuda y acompañamiento, sino también de empoderamiento para mujeres que atraviesan situaciones difíciles. Inspirada por el dicho “una sola golondrina no hace verano”, Cándida Rosa fundó el colectivo con el objetivo de sumar fuerzas, unificar esfuerzos y construir un frente común contra la violencia de género.

  El colectivo recoge información sobre cada situación para identificar el tipo de apoyo necesario y a qué autoridades deben dirigirse. Acompañan a las víctimas durante el proceso, brindándoles ayuda psicológica, social y comunitaria. “Una mujer violentada se siente triste, sola, incomprendida, sin saber qué camino tomar, y es ahí cuando el colectivo entra en acción para aconsejarla, acompañarla, brindarle amor y enseñarle cuáles son sus derechos cuando estos han sido vulnerados”, comentó Saldarriaga.

De otro lado, Gladis Emilsen Silva, un ejemplo de admiración y reconocimiento, expresó su profunda admiración por la dedicación y compromiso de Cándida Rosa: “admiro mucho a Cándida por el interés que tiene en defender a las mujeres de la Comuna 2, especialmente a aquellas que han sido violentadas”.

  Para Silva, la violencia de género es un problema social y cultural que afecta a millones de mujeres en todo el mundo.  “La violencia de género es un problema estructural que requiere una respuesta integral y coordinada entre el gobierno, la comunidad y la sociedad civil. Solo así se podrá prevenir, atender y erradicar esta problemática”, añadió.

  Adriana Gil, cofundadora y aprendiz del empoderamiento femenino del colectivo, ha trabajado codo a codo con Cándida desde el inicio del proyecto. “He aprendido de Cándida el amor propio que debemos tener las mujeres hacia nosotras mismas; sobre todo, cuando somos violentadas psicológica o, económicamente, por nuestra pareja, en el trabajo, o cuando enfrentamos discriminación física o social”.

  Adriana enfatizó que el colectivo no solo ayuda a las mujeres a sobrellevar las situaciones de violencia, sino que también resalta las desigualdades que persisten en la sociedad. “Las mujeres somos violentadas cuando ganamos menos que los hombres haciendo el mismo trabajo, cuando, después de salir del empleo, debemos asumir las labores domésticas estando agotadas”.

  El trabajo del colectivo ha sido un ejemplo inspirador no solo para las mujeres, sino para toda la comunidad de la Comuna 2. La líder del equipo concluyó diciendo: “unirse en grupo o colectivo es el camino para que el gobierno, la comunidad y la sociedad en general nos escuchen”.

  El Colectivo de Mujeres Emprendedoras es un ejemplo de resiliencia y compromiso con la Justicia. Cándida, Adriana y Gladis han construido un espacio de apoyo donde las mujeres encuentran acompañamiento, orientación y una voz que las defiende. Ese colectivo no solo busca ayudar a cada mujer que enfrenta violencia, sino también sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de reconocer y combatir la violencia de género.

  La unión de estas mujeres, su fuerza y su valentía, muestran que unidas pueden enfrentar cualquier adversidad y avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa. Con su trabajo, este colectivo no solo cambia la vida de las mujeres que se acercan en busca de ayuda, sino que también impulsa a la comunidad hacia un cambio que, aunque desafiante, es posible y necesario.


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