MATRONA DEL BARRIO MOSCÚ Nº 1 DESDE SUS INICIOS
Rosa María Pamplona es considerada por sus vecinos y familiares como la matrona del barrio Moscú Nº 1. Mujer emprendedora pujante y líder comunal, con unos valores incalculables, responsable, trabajadora y con mucho temple, quien en la actualidad cuenta con 93 años y 14 hijos a su haber, natural del municipio del Peñón y casada desde los dieciséis años con Francisco Antonio García Garzón y con quien convivió durante 60 años. Así lo expresó su hija Beatriz García.
Rosa María Pamplona, contó cómo y por qué es considerada como la matrona del barrio: “Trabajamos hombro a hombro para poder levantar esta familia, -lo dice con orgullo y voz entrecortada- nos vinimos para Medellín porque en el Peñón el clima es muy frío, y este clima es muy cálido –refiriéndose a Medellín- nos radicamos en este barrio cuando tan sólo habían cuatro casitas, las calles eran caminos y mangas. No había luz, alcantarillado, ni agua potable. Nos tocaba ir a lavar y cargar agua de las quebradas para poder cocinar nuestros alimentos y hacer los ingredientes para las ventas. Con mi esposo y mis hijos hacíamos arepas y chorizos, vendíamos leche, surtíamos las pocas tiendas que habían alrededor del barrio” Contó Rosa María.
Quien continuó: “Viendo todas estas necesidades, la falta de servicios públicos, el alcantarillado y el agua potable. Nos reunimos con el señor Julio Marín, hicimos varias reuniones -las pocas personas que estábamos en ese entonces- y llegamos a la conclusión de conformar una Junta de Acción Comunal. Me acuerdo que lo elegimos a él como presidente, a mí me eligieron como tesorera, ya que era la única posibilidad de solucionar estos problemas que nos aquejaban y empezamos a trabajar muy duro”.
Contó además que hacían bazares, vendían empanadas, pedían los ingredientes en la plaza de Cisneros para poder hacer esas ventas. “Así, con mucho esfuerzo compramos un terreno y construimos una casa que la llamamos ‘la casa liberal’ y allí nos reuníamos frecuentemente para planear las actividades que íbamos a realizar y delegar funciones. Fue muy satisfactorio cuando el barrio se fue poblando y nos pusieron el agua comunal y el alcantarillado. A todos los vecinos nos tocó trabajar, hacíamos convites y fue muy agradable vivir esta experiencia”. Terminó la señora Pamplona.
Beatriz García, su hija contó que, “el trabajo social fue muy gratificante y más cuando se ven los resultados, pero desafortunadamente los celos de las personas hacen que se desmotiven los líderes como mi madre. Ella renunció, porque no aguantaba los comentarios de la gente. Vivía en nuestra casa hecha de bahareque, quien con su esfuerzo, trabajo y toda nuestra familia, empezamos a construir la casa en material y comprar algunos enseres que nos hacían falta. Pero la gente nunca se tiene contenta. Trabajó con mucho entusiasmo y dedicación, logrando muchos objetivos que se habían propuesto”.
Sus bisnietas Salomé Isaza, estudiante de preescolar, y Yinet Astrid Zuluaga, estudiante de segundo de primaria; escucharon esta historia. Se miraban asombradas al ver que su abuela tenía mucho que contar. En su lecho la abrazaban demostrándole su amor.
Se puede concluir que hay que sembrar para recoger, al mirar cómo la matrona del barrio sembró en tierra fértil y ha sido recompensada por los frutos del amor de su familia, amigos y vecinos con el bienestar de su senectud.
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