PRÁCTICAS SUICIDAS CAUSAN ACCIDENTES


Niños de ocho a dieciséis años están exponiendo su vida montados en una patineta o en una bicicleta, cuando se pegan de la parte trasera de los carros para subir las lomas.

 El hobbie de la juventud es coger una patineta y montarse en ella pegados de la parte trasera de los carros con una cabuya o con un cable, exponiéndose al peligro de que este se reviente y caigan sufriendo graves lesiones que van desde un simple raspón, hasta una fractura o una parálisis de por vida y causando en algunos casos una consecuencia severa como la muerte. Todo esto traumatizando tanto al sujeto implicado como a su misma familia, lo que puede también proporcionar graves consecuencias tanto para el conductor como para los transeúntes que en el momento circulan por el andén, como para los conductores ocasionales, más si son de servicio público, quienes deben acercar responsablemente al accidentado a algún centro de salud más cercano y correr el riesgo de perder las ganancias de su viaje, ya que tienen que dejar pasajeros y ponerle atención al propio accidente.

 En muchas ocasiones, a pesar de que se sabe que nunca tendrá culpa el conductor, los mismos familiares de aquellos jóvenes que irresponsablemente están realizando estas acciones, tienden, sin conciencia, a reclamar incluso más dinero del aportado por el seguro de su automotor. Además, tratan al conductor con sandeces e insultos, aclarando que ellos se aferran a la parte trasera del carro bajo su propia responsabilidad. 

 Este mismo problema puede afectar también a los autos particulares, ya que ocasionalmente o casi siempre, no tienen testigos que declaren a favor del conductor,  como el caso de los pasajeros del servicio público cuando ocurre un accidente de esta naturaleza. 

 Para los conductores particulares esto también puede acarrear problemas laborales, ya que por el desgaste de tiempo cuando ocurre un accidente pueden perder su trabajo o el contrato, si es un carro repartidor. Esto sin contar lo que tienen que pagar de su propia capacidad económica, o en arresto, si no puede comprobar su inocencia, como lo adujo Alberto Zapata, un conductor particular, quien perdió su empleo por no comprobar que un joven se había pegado del carro por la parte de atrás y sufrió un golpe con pérdida de conciencia y por ende perdió una declaración a favor del conductor. Al final Alberto Zapata –inocente- fue a parar a la casa cárcel de conductores.

 Así como a Alberto Zapata, le puede pasar a muchos conductores por causa de la irresponsabilidad de estos jóvenes suicidas que con estas prácticas demuestran que no les importa el sufrimiento de nadie, ni de sus familias, y mucho menos su integridad física, dándole sólo importancia a subir la loma para luego bajar desbocados sin perjuicios y sin saber a dónde van a parar.

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